La Máquina de la Experiencia


El ser humano vive en una continua búsqueda de la felicidad, sin ni siquiera tener claro cual es el aspecto de eso que tanto ansía. Se trata de una búsqueda ciega que muy frecuentemente se ve frustrada por algún hecho o acontecimiento que simplemente acontece sin que podamos ejercer control sobre este.

Vivimos un mundo injusto, donde abundan la miseria, la pobreza y las enfermedades, donde existen las guerras y las personas mueren de hambre. Ocurren catástrofes y sufrimos desamor. ¿Es posible que una vida que acontece en un mundo de estas características sea plena y feliz?

Para reflexionar en torno a esto, podemos servirnos del estudio presentado por el filósofo Robert Nozick en su libro Anarquía, Estado y Utopía (1988). Antes de continuar leyendo, os invito a que accedáis al enlace que adjunto a continuación y participéis en una actividad que os ayudará a profundizar en el significado de la felicidad.





Nozick, en su estudio, preguntando a la población ¿se conectaría usted a la máquina?, obtuvo en su mayoría una respuesta negativa. De los resultados concluyó que no es tan importante ser feliz como interesarnos con lo que ocurre de verdad. Conectarse a una máquina de experiencias nos aleja de la realidad, a un lugar donde no existe el contacto con una realidad más profunda, aunque su experiencia se pueda simular. El ser humano, sin embargo, necesita por encima de todo ser. Necesita ser una persona determinada, que lleva a cabo una serie de acciones de forma voluntaria y experimenta sus consecuencias, más allá de alguien que flota de un tanque.  Es por esto que la gran mayoría respondió con un no a la pregunta planteada por el filósofo.

Con todo, concluimos que no se trata tanto de alcanzar un estado de felicidad absoluta y permanente, sino de paso a paso, acto a acto, construir libremente nuestro camino en la vida, saboreando cada momento y afrontando aquellas situaciones adversas con una actitud constructiva y positiva. Recuerda que la clave de la felicidad no reside en el contexto, sino en el modo en el que interpretamos dicho contexto. Es por ello   fundamental el desarrollo de una serie de competencias personales y sociales que nos permitan valorar lo bueno y afrontar lo malo.